El futuro, eso que nunca sabes cuando empezará, ya tiene fecha para mí. La semana pasada entré en un recinto accediendo a través de la huella dactilar. Fue una sensación extraña, por primera vez una parte de mi cuerpo servía de llave identificadora.
Todavía ahora cuando voy a entrar me miro la mano, abro los dedos y pienso, es casi como tener poderes extrasensoriales.
Ya ya lo sé que hay hologramas, y robots que te atienden, pero yo de momento solo abro una puerta con un dedo.
Pero ahora que pienso ya hará unos años que me recorro el paseo de la fama de Los Ángeles, si no voy por Chicago como hoy. Me fijo en los detalles, en las aceras, en las farolas, en los edificios que el sol siempre ilumina a lo lejos, cruzo el Grant Park y me digo te das cuenta, es como si conocieras un poco ciudades en las que nunca has estado, pero que sí sientes has pisado, sí recorrido, a buen paso. Gracias a la realidad virtual, a esa pantalla en la máquina de la cinta, que te permite escoger el paisaje.
En bici voy por el desierto de California y con la elíptica un recorrido muy pintoresco que empieza en un sendero de los Alpes y te lleva por el norte de Italia. Ese es uno de mis circuitos preferidos. Me hace gracia cuando paso por Venecia, porque yo la conocí en invierno, y hacía bastante frío la verdad, y aquí es en verano ves todo el gentío, vas detrás de un gondolero, con la camiseta de rayas inconfundible, lo sorteas, te cruzas con turistas acalorados, de variadas nacionalidades que se protegen del sol que intuyes un poco agobiante, o soy yo que a esas alturas del ejercicio empiezo a sudar.
Seguramente, tanto ir de aquí para allá me está dejando recuerdos en la mente de todos esos lugares, como cuando esta mañana en Chicago ví aquellas torres circulares sobre agua y pensé que ya las había visto antes en una película que tenía bastante acción, no sé si de corte futurista, en la que salía una lancha rompiendo una cristalera, seguro que también la has visto.
Estoy contenta, tenía ganas de verlo. El futuro tiene mucho de asombro.
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martes, 11 de julio de 2017
jueves, 9 de marzo de 2017
Cosas que solo suceden en mi gimnasio
En mi gimnasio pasan cosas curiosas.
Una que me llama la atención es esas chicas que se secan el pelo, en plan me lo voy a dejar que va a parecer salgo de la pelu, y las ves como se afanan con el secador y la plancha... en ropa interior, no deben saber que si se visten el secador funciona lo mismo.
La de hoy la llevaba en color negro y encima era tanga. Pero que le va a importar a ella enseñar los glúteos oye, con lo que se los curra. Que entran los niños del cursillo, que pasen que ella no se inmuta. Me tendría que haber quedado a ver sus caras, en vez de meterme en la ducha, con lo expresivos que son, me hubieran hecho reír seguro. El otro día estaba dentro de la sauna y empecé a contarlos, uno, dos, tres, cuatro, al que hacía cinco ya me tuve que reír porque entraba con el gorro tapándole los ojos. A mi los niños me gustan, pero a esa edad es que son simpatiquísimos.
Otro día ví como una niña con dos coletitas doblaba su camiseta de tirantes, los ponía para dentro con esmero, era para comérsela. Y otro se negaba a salir de la piscina, y las monitoras lo apremiaban, pues nada tú quédate si quieres pero el autocar se va a ir y argumentos de ese tipo, pero él aguantaba la presión y seguía de brazos cruzados y en bañador.
Lo de la chica, es obvio que es una cuestión de educación y de confusión mental pues como paga la cuota se piensa que ese espacio de alguna manera le pertenece, sino no se explica que esté en el vestuario como estaría en el lavabo de su casa.
Y por ese mismo motivo a veces en la ducha huele a crema depilatoria, que olor más horrible tiene, no tendrán tiempo en su casa para limpiarlo que tienen que aprovechar la ducha del gimnasio para hacerlo.
A veces pienso que tengo que redactar un decálogo de normas de uso.
Además de no secarse el pelo en ropa interior, ni depilarse, añadiré como hacer un adecuado y óptimo uso de la sauna.
La sauna, es un buen lugar para transpirar, y todos conocemos las ventajas que conlleva, pues bien a las de eliminar toxinas por lo visto hay quién le añade: la de secadora particular de prendas mojadas. Qué rabia me da eso. Y es que está la lista que entra a la sauna a secarse, luego la ultra lista que se pone la crema y pega portazo, y la non plus ultra que pone la camiseta mojada de hacer deporte o calcetines. Estuve a punto de dejarla en la papelera pero preferí llevarla a la recepción, como prueba irrefutable de ello.
A ver en una sauna no tiene que haber productos químicos, resulta molesto determinados olores y todavía menos prendas que están sucias. A mi me parece algo de sentido común, pero por lo visto en mi gimnasio lo normal siempre es lo estrambótico.
En fin, en el próximo capítulo trataremos los de la piscina, que también dan bastante juego.
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