miércoles, 27 de enero de 2010

La tregua

Lo he devuelto a la biblioteca esta misma tarde, lo acabé desde el sofá con la mantita sofariega (de Jon, bueno no la misma se entiende) y he de decir que este libro me ha reconciliado con la literatura. Quizá quede pretencioso, sin duda queda, pero es que hacía mucho que no leía algo que me commoviese tanto.
Lloré, para que negarlo.
Y luego me sequé las lágrimas absurdas, que es sólo un cuento. Pero creo que también lloraba de contenta porque por fin había encontrado un libro del que hablar bien. Quizá entonces fueran lágrimas de alivio, como las de Bécquer, no estoy seca, todavía hay mucho por leer.

Esta mañana vino el fontanero, mañana viene el técnico de la calefacción, el interfono también ha dejado de funcionar, creo que la casa necesita un extra de feng shui. O soy yo quién sabe.
Hoy al mediodía tuve uno de esos regalos inesperados me fui a la piscina ( con la excusa loable e higiénica de darme una ducha calentita después) y allí estaba, la piscina sólo para mi. Busqué el carril en el que entraban los rayos del sol y así mirando los destellos del agua sobre la pared me enredé en una serie interminable de pensamientos. Y de pronto, me dí cuenta de que cuando hago acquagym no medito tanto, es sólo al nadar que quizá por la monotonía de los movimientos me sumerjo verdadera y mentalmente.
Entre los pensamientos que se pueden explicar (curiosos) está el que la vida es sólo eso, lo que llevamos encima dentro del agua. Poca cosa, pero es todo, somos nuestros pensamientos, nuestros anhelos, nuestras sonrisas, nuestros recuerdos y ese cuerpo en el que convivimos por un tiempo, en la mejor de las hipótesis.
Sólo eso.

Cumpleaños Feliz, hija.

 Ayer cumplió 17 nuestra hija pequeña, sí, la de los ricitos, la que era menudita pero muy espabilada,  la que acompañaba a su hermana mayor...