lunes, 10 de octubre de 2022

El adn y otras cosas sin importancia

 Me sorprendió una noticia. Un hombre falleció repentinamente, parece que de un infarto fulminante tanto que no tuvo tiempo ni de beberse la copa de vino que se acaba de pedir, tenía 66 años y después de leer su historia me pareció  que su muerte acabó siendo un reflejo de lo que fue un poco su vida, unos genes que él siempre mantuvo que eran de un rey pero que solo le procuraron una vida apartada, rural, siendo adoptado por una familia de payeses catalanes. Se llamaba Albert Solà.

Y  lo que realmente me ha parecido alucinante y esperpéntico es que a pesar de reivindicar que su padre era el rey Juan Carlos, los tribunales no le permitieron solicitar una prueba de adn que lo confirmase. Pero entonces en un giro de guión otra persona, una mujer de Bélgica que también se considera hija también del otrora rey de España, se hace una prueba genética que confirma que ambos, son medio hermanos.

Así que vemos por un lado que seguimos en una sociedad poco democrática y un tanto medievalista, porque el heredero debe ser el legítimo, se ignora a los que nacieron fuera del matrimonio, a pesar de que sean hijos verdaderos. Y yo me pregunto en base a qué, si la monarquía precisamente tiene su razón de ser, precisamente en el derecho que otorga la sangre y es siempre la continuación de un linaje, de haber podido demostrarlo hubiera tenido, tenía derecho legítimo a la corona, por ser el primogénito. Muy claro debieron verlo para no permitirle demostrarlo. Razones de estado, obviamente. 

Pero hubiera estado bien reconocerlo, aunque a cambio renunciase a la corona o mejor aún que hubiésemos podido escoger sobre qué rey, hubiéramos preferido nos representase, que toque de modernidad habría sido eso. En cambio queda la realidad de un fallecimiento ensombrecida con una duda, las cámaras del bar se movieron justo una hora antes de que todo ocurriera. 

En fín que de ser cierto, el rey ha perdido a un hermano y su padre un hijo.

Cumpleaños Feliz, hija.

 Ayer cumplió 17 nuestra hija pequeña, sí, la de los ricitos, la que era menudita pero muy espabilada,  la que acompañaba a su hermana mayor...