He estado buscando entre mis fotos alguna adecuada a este blog, y no me he decidido por ninguna. Por eso entre los deberes de esta semana añado éste en particular. Y no será porque no haga fotos a menudo, a veces series de ellas, pero casi siempre en todas ellas hay personas.
Ayer decidí que voy a dedicar mi tiempo a escribir, cada día un poco. Porque es algo que me hace feliz, y uno tiene que encontrar tiempo para hacer aquello que nos llena. Lo cierto es que hay otras cosas que también me hacen feliz: recibir un correo de un amigo, hace unos años una carta. Parafraseando a Bécquer ...por una mirada un mundo, por una carta... y si encima fuera de amor.
Hubo una época en la que mantuve una correspondencia de ese tipo. Y recuerdo la emoción al descubrirla en el buzón, la calidez que me producía el simple contacto del papel, el placer de descubrir la caligrafía amada escribiendo mi nombre y el suyo. Es imposible que un mail, por bien escrito que esté alcance nunca a ser como una carta. y por más que imprima algunos mails, allí se quedan uniformes como soldados alineados, sin poesía.
Había que esperar si, había que buscar a comprar sobres que fueran especiales, y sellos, pero también era un placer mirarlos allí bien puestos, con su tinta negra luego marcados. Pero aquellas cartas al abrirlas, eran una explosión de los sentidos, la vista, el tacto, el olor.
Quien tiene unas cartas de amor, tiene un tesoro, y como tal, la mayoría de las veces, deben permanecer escondidas.
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