viernes, 25 de noviembre de 2011

Un arte no siempre conocido

Hoy reparé en un hecho, aparentemente banal, como que tejer unas relaciones familiares saludables constituye todo un arte, que no todo el mundo tiene la paciencia de cultivar.

La reflexión la propició la charla como siempre amena en el desayuno, con una amiga que cumplía años, de la que confieso admiro su discurso vital, optimista y a menudo torrencial. Escuchaba sus planes para celebrar su cumpleaños con su familia, y me hacía sonreír. Casi siempre tomo notas mentales de este tipo de personas, porque hay mucho que aprender de ellas. Y por lo general tienen rasgos en común, un carácter noble, generosidad y mucha empatía, desprenden una energía que se agradece. Y encima se les nota a gusto con el mundo y con sus circunstancias, hay una íntima aceptación.

De ahí que pensé porque si todo el mundo tiene familia, no todos tienen una familia de la que disfrutar. Y seguramente ha sido por haber sobrevalorado la independencia del sujeto, como si la familia coartara el espacio, cuando debe ser todo lo contrario.

La familia debe ofrecer un marco de libertad, de seguridad, de cariño incondicional, en el que se cuida y se quiere, dónde se comparten las alegrías, en el que disfrutar de la compañía mutua, dónde se habla, se razona, se discute a veces los puntos de vista si son divergentes, pero sobretodo a la que se quiere. Y es ese sentimiento de pertenencia el que nos da seguridad. Como la base de una torre castellera, son muchos los que hacen piña para que se alce  y son ellos los que amortiguan la caída si se produce.

En fin que disfrutéis y cuidéis de la familia, y la apreciéis como lo que verdaderamente es:  un regalo.

Cumpleaños Feliz, hija.

 Ayer cumplió 17 nuestra hija pequeña, sí, la de los ricitos, la que era menudita pero muy espabilada,  la que acompañaba a su hermana mayor...