lunes, 30 de noviembre de 2009

Evolution

Cuando me levantaba abría la ventana nueve minutos, suficientes para cambiar el aire enrarecido del cuarto, mientras las sábanas se enfriaban y con ello morían los ácaros. Me lavaba la cara, me cepillaba los dientes y entraba en la ducha. Mi desayuno era café con leche, tostadas a veces con mantequilla, otras con aceite y azúcar, y los domingos chocolate con churros, cuando mi vecino iba a comprar le pedía un kilo, y los congelaba, era el único modo de comer los de porra que son lo que más me gusta.
No sé cuando empecé hacerlo. Recuerdo que al trabajar desde casa cambié de hábitos, por las mañanas tras el desayuno enseguida me venía al estudio, primero leía la prensa en el ordenador, para seguir con la rutina de la oficina seguramente, luego me ponía a trabajar con música de fondo, a las doce hacía una pausa para bajar a tomarme un café a la cocina, vi un día una foto de Nicole Kidman que me gustó y la dejé allí mismo se convirtió en una compañera de trabajo más.
Luego otras dos horitas de tirón, hasta la hora de comer. Me hacía un día ensalada, otro legumbres sólo tenía que abrir la lata, otro pasta, de postre un yogur o fruta. Después de comer, o veía algún documental del Canal de Historia, o del Viajar, hasta que me entraba sueño y hacía allí mismo la siesta de media hora, el tiempo preciso para levantarme despejado.
Y por la tarde me subía otro café y antes de volver a mis traducciones, una vez en semana me hacía el pedido del supermercado, que me lo traían al día siguiente. En realidad no tenía motivos para salir de casa. Cuando echaba de menos el sol, me sentaba un rato a leer junto a la ventana del dormitorio, la cual de 9.35 a 10.10 AM, en el horario de invierno tiene sol directo, en verano el sol va más alto y el horario es otro. Si quería correr, jugar al tenis, hacer snow o ir en moto, me ponía la wii que me habían regalado mis hermanas el año pasado por navidades.
Lo cierto es que tuve un periodo muy intenso de trabajo, los de la editorial me metían prisa y me encerré toda una semana trabajando día y noche casi, y cuando conseguí acabarlo, tras cerrar la puerta al mensajero que había venido a buscarme todo el material, caí en la cuenta que yo en mi casa, era un ser autosuficiente: lo tenía todo. Me sentí el primero de una nueva cadena, la humanidad alumbraba un nuevo tipo de ser humano.
Mi sueldo me lo ingresaban en una cuenta, desde la que cobraban los servicios: agua, luz, teléfono, adsl y el canal satélite y también es cierto que dejé de necesitar muchas cosas, la ropa, el perfume, los enseres de afeitar, me afeitaba ahora sólo cuando me apetecía -llegué a estar cuatro meses con barba por puro gusto-, me vendí el coche, ya no volvería a necesitarlo.
Descubrí que el paraíso era terrenal, no había nada que me interesase que no pudiese ver desde mi ordenador o desde mi televisión de plasma, nada. Mi biblioteca estaba medianamente bien surtida, y descubrí que las bibliotecas públicas también tenía un servicio de préstamo a domicilio. Cuando quería sexo la llamaba, o chateábamos. Era una relación que no iba a ninguna parte, justo lo que yo necesitaba.

No sé porque el vecino aquel tuvo que llamar a la asistente social, si yo no molesto a nadie. ¿Acaso no tiene uno derecho a estarse en su casa tanto como quiera? No te equivoques, lo mío no es agorafobía que yo puedo salir cuando quiera, la cuestión es que no quiero, lo entiendes que me quedo aquí.

4 comentarios:

Jordicine dijo...

Es una historia real o fantástica? Si es real, evidentemente, cada uno puede hacer lo que quiera. Un beso, SONIA.

jonceltic dijo...

Me ha encantado, eso de antemano.
De postmano, esa vida que cuentas a veces la he anhelado (tiempo ha) y ahora lo veo una de las patologías más crecientes en la sociedad del XXI. Y me temo que sigue subiendo...

Sonia dijo...

Es sólo un cuento Jordi, a ver si voy a tener que poner a partir de ahora como en las pelis americanas,eso de que los hechos, nombres y demás son ficticios ;D
Un beso

Sonia dijo...

Por ahí iba Jon, la idea de ser autosuficiente, el concepto de aislamiento voluntario, obligarte a tomar posición sobre si es un acto de libertad o tiene algo de enfermizo.

Cumpleaños Feliz, hija.

 Ayer cumplió 17 nuestra hija pequeña, sí, la de los ricitos, la que era menudita pero muy espabilada,  la que acompañaba a su hermana mayor...