jueves, 27 de octubre de 2022

Y si el mundo se acaba, tu vendrías verdad



 Hoy jueves ha sido un día atípico. He vuelto a ver a mis primas, las que se han mudado junto sus parejas a una casa grande con jardín y piscina. Las echo mucho de menos y me pasa a menudo cuando paso en coche por delante de su antiguo barrio. Así que por fin hoy hemos quedado a hacer un café. Las he visto contentas, me han enseñado un video de como van las reformas, he visto una cocina blanca, de estilo provenzal, un parquet gris con vetas, las puertas dobles del salón, con cristal arriba para dejar pasar la luz y como se lo están haciendo igual, pues les va a quedar muy bonito a las dos. Nos hemos estado casi una hora larga y se nos ha hecho corto, porque hacía tantos meses que no hablábamos que había mucho de lo que ponerse al día.

Luego he comido con mi hija pequeña porque la mayor se fue a la bolera con amigos de la Facultad. Después me he ido a comprar la buganvilla de dos tonos, rojo y fucsia, que cada día me miraba esperando que fuera a por ella y la he dejado en la entrada para verla mucho.


Y después he subido a la perreta a la terraza y me ha dado por mirar en el trocito de tierra, junto al rosal para ver si tenía sorpresa, y sí las flores del azafrán ya se habían abierto. Qué olorcito y sobretodo que bonitas son con ese color lila encendido. Me he ido contenta a acompañarla a la hípica. La tarde estaba espectacular, buena temperatura, el cielo limpio de nubes, los pájaros trinaban y yo encontré un rincón agradable donde sentarme a escribir, qué, pues todo lo bueno que había tenido este día, para que así cuando un día lo relea sea capaz de rememorarlo.

El otro día estuve a punto de tirar unas agendas, eran muy grandes de cuando trabajé en la inmobiliaria, pero de pronto fue abrirla leer un par de días, explicaban solo una cena, o un plan de tarde, o el relato de una ducha reveladora donde cada gota era una idea y me quedé estupefacta, ostras así era mi vida. Y solo entonces comprendí la verdadera importancia de los detalles, no es que sean importantes, es que son los hilos con los que se teje la vida. La vida es esa broma  de ayer que te hace reír, a modo de despedida, "y recuerda hija papá bueno, mamá mala" porque no le he dejado ir con unos pantalones determinados al cole. La vida es esa anécdota que viajó a través del tiempo. La vida es esa foto que te envían que te recuerda quién eres. La vida también es el recuerdo de aquellas dos únicas series que veías, o  lo que cenasteis una noche cualquiera...

Como hoy, que justo ahora me acaba de traer mi cuñada unos boniatos asados que ha hecho María, la abuela de las nenas, con ese regusto dulce me despido hoy.


Cumpleaños Feliz, hija.

 Ayer cumplió 17 nuestra hija pequeña, sí, la de los ricitos, la que era menudita pero muy espabilada,  la que acompañaba a su hermana mayor...