sábado, 19 de septiembre de 2009

Desde la piscina

Ayer cuando llegué a la piscina un par de chicas charlaban en un rincón mientras no empezaba la clase, un septuagenario nadaba aunque sólo se podía deducir su edad por el rostro porque su cuerpo parecía veinte años más joven, y otro, un macho alfa, le llamo así porque nadaba crowl, con un peculiar estilo, pegaba fuerte con el pie salpicando en exceso.
Puedo saber como son las personas que nadan conmigo con sólo mirarlas nadar un rato. Fuera el sol espléndido inundaba la piscina y las tumbonas blancas alineadas recordaban que ya la han cerrado hasta el verano próximo. Y pensé en como el verano dará paso al otoño, los cuerpos se cubrirán de nuevo bajo camisas, jerseys y pantalones largos, pasaremos de los excesos del verano al dulce recogimiento del frío. A mi me gusta vivir en un sitio cuyo clima varía, me gusta cambiar la ropa del armario por estaciones. Porque ahora que nos iremos tapando es cuando más volveremos a apreciar la visión fugaz del cuello, de unos antebrazos o de un torso en la piscina. El verano es desmedido, desmesurado, las bermudas enseñan más allá de las rodillas y sin embargo es en invierno cuando las piernas enfundadas en unas medias lucen más, a pesar de mostrar mucho menos.
Que el misterio forma parte de la belleza leía el otro día, seguramente.

No hubo clase, las chicas decidieron marcharse, los nadadores tampoco tardaron demasiado en acabar sus largos, fuera empezó a llover a pleno sol, y regalaba el insólito espectáculo de una piscina llena de bolitas brillantes. Me metí en la piscina, suavemente. Que ganas, desde junio que acabaron las clases. Mirar las nubes a través de los cristales y esa sensación de ingravidez que debemos tener impresa en lo más profundo de los genes, nado, nado y pienso, y en la piscina ahora vacía empieza a llenarse de personas, de las palabras de las bromas de gente que conozco, excorpóreamente pero con la que me comunico, simplemente leyendo sus pensamientos, lo que me quieren mostrar.
Me siento feliz, feliz de estar ahí disfrutando de ese tiempo para mi, solita. Cuando creo que ya estoy cansada enhebro otro pensamiento, quizá es buen tema para un blog, mi mente es muy activa mientras nado, recuerdo la piscina de los Minority Report, no debe ser coincidencia. Igual que oímos mejor debajo del agua, quién sabe si nuestras ondas mentales también se expanden más rápidamente.
Y cuando miro el reloj ya han pasado cuarenta y cinco apacibles minutos, y me digo creo que para ser el primer día ya tienes bastante. Salgo de la piscina contenta, me pongo mi albornoz blanco corto y voy al vestuario pensando en la sauna.
Me ducho antes de entrar en ella, me envuelvo en una toalla, una de las chicas me pregunta entonces ha habido clase, y le contesto que no que quizá le ha surgido un inconveniente al profesor, le noto la decepción en la cara. Me dispongo a entrar en la sauna cuando me doy cuenta que hay tres a dentro, vaya me había imaginado que podría estar sola, y entonces el milagro una de ellas comenta: Huy no está muy caliente hoy? Yo respondo no sé a mi no me lo parece, pero claro yo vengo de la ducha…Y ella no tarda un minuto en decir huy yo me salgo, y arrastra a su amiga con ella y la otra. Y ya está la sauna libre, giro el reloj de arena porque me gusta verlo no tanto por la necesidad de medir el tiempo, y de nuevo esa sensación de sentirme muy afortunada de poder disfrutarla sola, me miro las uñas pintadas de los pies de color cobre, muevo los dedos. Y me dejo acariciar por el calor que desprenden las maderas, el olor del carbón, y la luz suave, hasta que ya noto perlas de sudor por el cuerpo.
Es mi santo, así que al salir en el móvil él me ha escrito un Comemos? Y yo le llamo y le digo que sí, que dónde. Y él propone una terraza, donde hacen muy buenas las tapas y los platos combinados.
Y voy para allá escuchando música, aparcando el mismo sitio donde aparqué la última vez que fuimos a ese sitio, y con un libro me siento a esperarle.

Cumpleaños Feliz, hija.

 Ayer cumplió 17 nuestra hija pequeña, sí, la de los ricitos, la que era menudita pero muy espabilada,  la que acompañaba a su hermana mayor...