Hoy empecé, sin pretenderlo, podría decirse que por casualidad, una cadena de favores.
Mientras llegaban los desayunos, empezamos a charlar, nuestras mesas apenas estaban separadas por un metro así que era una distancia cómoda para ello. El caso es que en un momento dado yo hablé de mis hijas, ella me dijo que no tenía, y que vivía sola porque hacía poco terminó una relación. Y aunque aquí al escribirlo parezca triste, ella lo explicaba con naturalidad, sin afectación. Pero a mí la verdad es que me dio pena pensar que eran fiestas y ella no tenía a nadie en casa. Así que cuando terminé y me acerqué a pagar el desayuno, pensé: invítala, haz de ángel de la guardia navideño o como esas hadas de los cuentos que van disfrazadas para ver como son las personas en realidad. Y le dije al mismo chico que nos sirvió a las dos que me cobrase lo de ella también. El chico dijo que sí, se fue por algo y cuando pagué me dio una bolsa de papel, con una ensaimada y un croissant de chocolate dentro. Me hizo mucha ilusión, la verdad.
Esta misma escena, en una peli navideña, probablemente el chico sería el ángel de verdad.
Que disfrutéis de un largo fin de semana, que vienen los Reyes.