viernes, 3 de enero de 2025

Día 3

Hoy empecé, sin pretenderlo, podría decirse que por casualidad, una cadena de favores.


Fui a desayunar a un sitio que me gusta mucho, el café es muy bueno, los croissants son deliciosos y el ambiente me recuerda a un bar de los de Bologna. 

Cuando entré vi que estaba todo lleno y que solo quedaba libre una mesa frente la puerta de cristal, así que me senté. Al otro lado una señora esperaba a ser atendida. Vino el camarero, me sonrió y me preguntó a mi primero y yo sonriendo también le dije: La señora estaba primero.

Mientras llegaron los desayunos, empezamos a charlar, nuestras mesas apenas estaban separadas por un metro así que era una distancia cómoda para ello. El caso es que en un momento dado yo hablé de mis hijas, ella me dijo que no tenía, y que vivía sola porque hacía poco terminó una relación.  Y aunque aquí al escribirlo parezca triste, ella lo explicaba con naturalidad, sin afectación. Pero a mí la verdad es que me dio pena pensar que eran fiestas y ella no tenía a nadie en casa. Así que cuando terminé y me acerqué a pagar el desayuno, pensé: invítala, haz de ángel de la guardia navideño o como esas hadas de los cuentos que van disfrazadas para ver como son las personas en realidad. Y le dije al mismo chico que nos sirvió a las dos que me cobrase lo de ella también. El chico dijo que sí, se fue por algo y cuando pagué me dio una bolsa de papel, con una ensaimada y un croissant de chocolate dentro. Me hizo mucha ilusión, la verdad.

Esta misma escena, en una peli navideña, probablemente el chico sería el ángel de verdad. 

Así que esa va a ser la imagen del día: dulce y rica.

Que disfrutéis de un largo fin de semana, que vienen los Reyes.

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