lunes, 7 de abril de 2014

Amor y Gracias

2018.

Querido Año, 2018:

Espero de ti grandes cosas. Me gustaría empezar otra novela, porque la anterior aunque está acabada no hago más que encontrarle fallos, así que a lo mejor si empiezo otra puedo verter en ella, todo lo que me faltó en la anterior. No sé el tema, ya se irá viendo, lo que importa es que salga de dentro. Decía hace poco un autor que no hacía auto ficción, porque ya le llegaba para pagarse un psicoanálisis. Otro sin embargo, un guaperas que por cierto se da mucha retirada a mi cuñado canario, se está ganando la vida precisamente por escribir sus memorias, lo que me hace sospechar que a más de una le interesa saber más de un tipo guapo y fornido que de un enclenque, qué le vamos a hacer.
Este año voy a seguir con los buenos propósitos del año anterior, que dos veces hice el reto de las seis semanas para ponerse en forma y que concreté uno ganando la magnífica camiseta sin mangas que lo acreditaba. La verdad es que me costó bastante, por eso cuando lo conseguí estuve como dos semanas sin pisarlo. No baje de peso significativamente, pero alguna reorganización a nivel muscular si debe haber habido, porque esta navidad me probé un traje de pata de gallo, que conservo de hace una década, y entraba en él.
De todos modos sienta muy bien el acudir con cierta asiduidad al gimnasio, porque de alguna manera te hace ser más consciente de que también somos un cuerpo, y también hay que cuidarlo. 
Cuanto al tiempo, espero saber como administrarlo. Esta mañana mientras tomaba café vi un episodio de Friends,  me gustó volver a verlo, porque esos apartamentos atiborrados de cosas, de estantes de comidas están mas cerca de la realidad que las casas de cocinas industriales impolutas. Me ha gustado ver los estilismos, los colores, los detalles como el marco en la mirilla, y la pizarra de plástico para escribir tras la otra. Los noventa eran así, prácticos, divertidos, llenos de amigos con los que compartir.
Creo que esa serie para un adolescente de hoy será como ver una serie de alienígenas que se comunicaban solo oralmente, nunca llaman, nunca escriben wsp, ni están enganchados a ninguna red social, no se hacen selfies cada dos por tres. A mi la tecnología no me asusta, creo es bueno avanzar, pero no por ello no puedo evitar sentir nostalgia por aquel tipo de relaciones, aquel tipo de salidas, en los que todos estábamos por todos, y ningún otro. Hoy la gente en los bares siempre están mirando los teléfonos, o caminan en la calle con uno en la mano. Y hay algo insano en ello.
Tener toda la información a nuestro alcance, hay que preguntarlo, ¿nos está haciendo mejores personas, más capacitadas, más motivadas?  
El otro día una amiga me decía que era la única amiga que se le había quejado por enviar un mensaje de felicitación especial a las amigas. Pues sí, me quejo. Prefiero una frase, un par de palabras escritas para mí, que algo que reenvías que ni siquiera tú sabes quien ha escrito. Que le pasa a todo el mundo, que ya no saben escribir por si mismos, que en ese afán de felicitar a todos tienen que reenviar las mismas imágenes, los mismos gifs, los mismos deseos estereotipados para todo el mundo. No, yo no quiero eso, yo quiero pensar en ti cuando escribo, y que tú hagas igual conmigo.
Por eso, esta mañana he aprovechado para actualizar una agenda, direcciones y teléfonos fijos, sí esos teléfonos que van pegados a un cable. Y eso ha sido a mi modo de ver una bonita forma de empezar el año, pensando en los amigos que tenemos, los que tuvimos y los que conservamos.
Quizá porque uno de esos nuevos ( y originales) propósitos es volver a escribir cartas. Sí, como antes. Recuperar la ilusión de encontrar una en el buzón.
Y de momento estos, que ya irán viniéndome más. Quiero un año creativo, intenso, viajero y alucinante. Por pedir, verdad, no vamos a quedarnos cortos. Pero sobretodo quiero un mundo mejor, un mundo de gente que lee, que quiere mejorar, que aprende cosas buenas, que respeta a sus congéneres. Y os deseo que tengáis un Año magnífico para todos vosotros. 





Cumpleaños Feliz, hija.

 Ayer cumplió 17 nuestra hija pequeña, sí, la de los ricitos, la que era menudita pero muy espabilada,  la que acompañaba a su hermana mayor...