sábado, 24 de febrero de 2018
A ratos te echo de menos
Podría sentarme a escribir que a ratos te echo de menos
Que es un sentimiento difuso, que no es amor ni es nostalgia,
Que es solo el recuerdo de algo que dijiste
y que a mi mente no le importa que eso fuera hace mucho tiempo.
Podría sentarme a escribir que nunca te olvidé
aunque fuese mentira,
o decirte que lo fuiste todo
_en aquel preciso momento de mi vida_
y no lo sería.
Pero para qué,
si tampoco lo leerías
y si lo hicieras
si por casualidad,
mis palabras a tus oídos llegasen
sé,
y lo sé a ciencia cierta
_porque te conozco mascherino_
que de todos modos, las malinterpretarías.
Por fin lo he comprendido.
Siempre hubo un abismo insalvable entre ambos
tu lenguaje no era el mío
y aunque los dos creíamos comprender
los dos, locos de amor y presos de celos,
hablábamos sin sentido.
Para siempre, primavera
Lo cierto, lo único cierto
es que la primavera siempre vuelve
con su alfombra invisible de aromas
con su calor sutil y tenue
Ella era joven y risueña
Él solía apretar su mano
como si así pudiera quedarse con ella
En el andén lloraba,
también entonces era primavera
el aire liviano
y el dolor
_no lo sabíamos entonces_
echaba sus primeras raíces dentro nuestro
para dar su fruto,
amargo y salado,
y abrirnos el pecho
cada nueva, sutil y tenue,
aromatizada primavera.
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