jueves, 22 de enero de 2009

El marido ideal

Déjame explicarte que su marido era guapo, con el pelo castaño y ondulado, como Patrick Dempsey, la elegancia y la expresión de aquel otro Colin Firth y el hoyuelo en la barbilla que se dice es la marca de los triunfadores.
Trabajador incansable, nunca tenía una hora fija para volver a casa, así que hacía mucho tiempo que habían dejado de cenar juntos. Buen padre, aunque no se ocupara físicamente de sus hijos, no los bañara, no los vistiera, no les diese de comer y protestara por llegar tarde a la oficina si un día los llevaba al colegio. Buen marido porque no la hacía sentir celosa a pesar de tener muchas admiradoras al otro lado del teléfono en su trabajo, siempre dispuesto a cumplir con sus obligaciones maritales nocturnas. Detallista, no, dado que su padre era un referente en su vida y tampoco lo había sido. No recogía nunca los platos, ni preparaba nunca la comida, pero si se encargaba de asar la carne si había barbacoa y también le gustaba hacer la paella. Limpio, rara era la vez que ella encontrara su ropa interior en el baño, la dejaba en el cubo al efecto, aunque nunca pusiese lavadoras ni las tendiese.
Amante del cine, corre, juega a tenis, hace snow, esquí, sabe conducir motos grandes y su todoterreno con pericia y seguridad. Sabe imitar con gracia a otras personas. Un hombre de negocios, con su blackberry, hecho a si mismo, seguro de sus habilidades. Quién no iba a ser feliz, con un hombre así.

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Cumpleaños Feliz, hija.

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