Por fin la lluvia que tanto necesitábamos. Hoy admiraba el rosal perfumado que compré, era de color naranja, pero ahora, solo una semana después ya tiene rosas de color rosa. Sus flores no son tan perfectas, tersas y enjutas como otras, pero es una delicia pasar por su lado y apreciar su aroma. El significativo cambio de color, digo yo, que debe ser porque las abejas polinizan a su antojo y como ha sido Sant Jordi, con tantas rosas rojas por doquier han venido con sus patitas impregnada. Me explicó mi padre, imagino que lo leyó en algún diario, que estas rosas casi todas vienen de Colombia, me sorprendió la verdad porque antes tenía entendido que las cultivaban en el Maresme. En televisión un floricultor decía que no plantarían más rosales, que tan solo mantendrían los que ya tienen hasta que murieran. Me pareció un poco triste y un poco increíble que nos digan que debemos ser sostenibles y ecológicos, pero luego veamos normal, en vez de reprobable, la desmesurada importación de rosas de fuera. Y lo mismo con la fruta. ¿En qué momento se ha considerado mejor importar toda una retahíla de productos que tradicionalmente hemos producido aquí?. Así que aquí dejo mi idea de hoy: planta, o cuida un rosal. No podemos dejar perder otra de esas pequeñas alegrías de la vida.
lunes, 29 de abril de 2024
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