martes, 22 de abril de 2008

Una historia de amor como cualquier otra

Cenábamos un sándwich enrollado, los míos creo que tenían los nº 19 y 21, uno tenía frankfurt y mostaza, el otro apio y roquefort. Casi todos los sábados empezábamos allí la noche, yo siempre “sueps” de limón, ella coca-cola y una pizza o el biquini (jamón y queso) y luego de postre yo un cortado y ella una crema catalana helada. Visto en la distancia aquellas cenas tenían algo de rituales, sin pretenderlo por supuesto, pero pedíamos casi siempre lo mismo.
Las dos solas, porque el resto de amigas tenían novio hacía años o se acaban de casar. Supongo que comentábamos cosas del trabajo, anécdotas no faltan cuando trabajas en una guardería, o tratas con gente. Y mi amiga sabe explicar las cosas y hacerte reír con cualquier nimiedad. Tras la ventana del bar del perla (que tampoco se llamaba así pero así lo conocíamos, de modo que a veces bastaba con decir vamos al perla, o hacemos un perla) la noche de pronto se hizo sentir, el cielo se transformó con una tormenta eléctrica, no hacía frío, estábamos a mediados de verano, ella sugirió: nos vamos para casa y yo le dije, no que va, salgamos que hoy es una noche especial.
Aquella noche conocí, por primera vez al que luego sería mi pareja y padre de mis dos hijas, él se nos presentó y al hacerlo nos arrancó la sonrisa. Tuvieron que pasar varios meses, cierto, desde aquel primer encuentro, pero a veces pienso en aquella noche en la que el cielo se lleno de destellos blancos sin que cayera una sola gota de agua, y que hubiera sido de mi vida entonces si no nos hubiéramos conocido. Y a veces me da por pensar que seguiríamos comiendo los mismos sándwiches.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

El azar es tan caprichoso, ¿verdad? Es una bonita historia, un comienzo marcado por señales en el cielo... Un amor precedido por la electricidad en el aire. La vida, qué novelable es.
Un abrazo

Camy dijo...

Casi todas las historias de amor comienza en la rutina y cuando luego se convierten en rutina nos preguntamos ¿qué hubiera pasado si en aquel momento no hubiera estado allí?
besos

desahogandome dijo...

Preciosos recuerdos de lo bello que es vivir.

un saludo

A N A D O U N I dijo...

Tenías razón. Era una noche especial.

Un beso.

Sonia dijo...

Pue si brujaroja, todas las vidas lo son. Contadme las vuestras.

Las rutinas en si mismas no son buenas ni malas, depende del ánimo con las que las realizamos, no Camy?

Txantxangorri, gracias por tu visita, un saludo a ti también, que vienes de lejos.

Bueno Anado potencialmente todas las noches pueden ser especiales, igual que los días sólo tenemos que hacer el propósito de que lo sean. Un abrazo

Cumpleaños Feliz, hija.

 Ayer cumplió 17 nuestra hija pequeña, sí, la de los ricitos, la que era menudita pero muy espabilada,  la que acompañaba a su hermana mayor...