lunes, 9 de marzo de 2009

La educación en la felicidad

Mi hija de cinco años suelta el micrófono del karaoke con el que está jugando cuando oye la palabra deberes, se disculpa con rapidez ante su padre, “lo siento papa pero es que tengo que hacer deberes”. Para ella es algo importante, divertido, excitante. El otro día protestaba “¿Dónde están mis deberes, si no los hago no voy a ir a la facultad de mayor!” a mi me hace mucha gracia, a veces tiene salidas a lo Mafalda.
No creo que sepa lo que es la facultad, a sus cinco años, pero sabe que su mamá fue y le suena divertido así que ella misma se hace la reflexión. Sus deberes ni que decir tiene, no son del colegio, le compré un cuaderno de escritura y en él alguna tarde hace vocales, o relaciona dibujos con sus nombres. Y luego si lo hace bien le pongo un muy bien, y ella se muestra satisfecha. Creo que porque es un momento en que su hermana pequeña no cuenta, sólo estamos ella y yo juntas en la mesa. Estoy encantada con esa actitud suya. Uno puede ser más o menos inteligente, pero lo único realmente importante no es esa capacidad innata para adquirir conocimientos, a mi modo de ver lo único imprescindible para que un niño tenga un apacible desarrollo intelectual es la correcta motivación, que no es otra cosa que una actitud receptiva para aprender.
Y es que más importante que acumular conocimientos, creo que educar, es dar unos valores de referencia y pautas para que por si mismo aprenda a vivir siendo feliz. Por eso siempre he tratado de llevarlas al cole, con una actitud alegre, no se va al cole por obligación sino por diversión porque allí estás con tus amigos y además…aprendes cosas. Una de mis canciones (inventadas, he descubierto que van muy bien) es la de “Vamos a ir al cole, para aprender, muchas cosas nuevas, me lo paso bien, hay muchos amigos con los que jugar, salto, río y corro ..lo paso genial!"
Y si explico todo esto es porque encontré aterrador un artículo, excelente por cierto, sobre la competitiva sociedad nipona, donde hasta a los párvulos se les selecciona y a los niños se les presiona para que obtengan los mejores resultados posibles. En fin a lo mejor suena extraño, pero no querría que mis hijas fuesen las más inteligentes, me bastaría que fuesen las más felices y que aprender sea algo positivo y enriquecedor para ellas.

El otro día, me puse a leer desde la cama, hacía años que no lo hacía. Ella me abrazaba por la espalda y me decía ¿qué haces mama, leer, pero sin hablar?, claro hija leo con los ojos y con la mente, aaahhhh. Debía parecerle algo sumamente misterioso.
Tienen razón cuando dicen que los niños aprenden más de lo que haces, que de lo que dices. Sólo por eso merece la pena tratar de ser mejores cada día, un niño nos mira.

4 comentarios:

Jordicine dijo...

Te doy toda la razón. Casi casi vivimos por ellos. Hay que enseñarles lo mejor que podamos. Yo estoy en el intento. Y siempre leo en la cama!!! A diario. Un beso, Sonia.

Sonia dijo...

Ya empezaba a preguntarme dónde estabas...mi comentarista favorito ;D (no hay otros es cierto pero eso no te quita mérito alguno, es más, te los confiere todos) Pues si...
Es un buen pensamiento cuidar este mundo para dejárselo a nuestros hijos.
Un beso.

sepuedesermasjeta dijo...

Totalmente cierto, somos el espejo en el que se reflejan.

Un besote

Sonia dijo...

Hola Selvas, que buena frase...pensaré en ello.

Un abrazo para tí!

Cumpleaños Feliz, hija.

 Ayer cumplió 17 nuestra hija pequeña, sí, la de los ricitos, la que era menudita pero muy espabilada,  la que acompañaba a su hermana mayor...